Para democratizar el teléfono, el Estado instaló cabinas telefónicas abiertas a partir del 1 de enero de 1885 en sus propios locales y desde 1889 en todas las redes al público francesas.
Las cabinas telefónicas se instalaban en el interior de las oficinas de correos o en lugares públicos como bares y ayuntamientos.
Los abonados del teléfono tenían acceso gratuito a la red urbana de su ciudad presentando una tarjeta de abono que proporcionaba la administración. Los demás podían contratar un abono especial o pagar las comunicaciones en efectivo o con sellos telefónicos. Se usaban aparatos murales.
El interés de las cabinas era limitado, ya que había que pasar por una operadora o un gestor de cabinas y funcionaba solo dentro de los horarios de apertura y cierre del local donde se instalaban. Así surgió la idea de instalar en la vía pública cabinas telefónicas con aparatos automáticos.
La administración seleccionó el Taxífono concebido por la empresa FW Hall en 1922 y desarrollado por un inspector de teléfonos francés. Este aparato funcionaba con todas las redes urbanas e interurbanas.
En 1923, la empresa privada «Le Taxiphone» se hizo cargo de la gestión de las cabinas telefónicas de pago automático.
Se pagaba con fichas especiales.
En 1979, el teléfono público comenzó a sufrir muchas dificultades. Hacía falta recaudar las cajas, transportarlas, clasificar y contar 10 000 toneladas de monedas. Robos y fraudes se multiplicaban. La Dirección General de Telecomunicaciones decidió generalizar el uso de tarjetas prepago, las teletarjetas.
En 1990, Francia tenía más de 210 000 cabinas telefónicas.
En 1992 apareció una nueva generación de teléfonos públicos con tarjeta, más eficientes.
El 14 de febrero de 2014 se terminó la delegación de servicio público atribuida a Orange para la gestión de las cabinas telefónicas.
En septiembre de 2017, se planificó para el fin de año la supresión de las 5.450 cabinas que quedaban en Francia. En su auge, en 1997, hubo hasta 300.000 cabinas en Francia..